El suelo laminado se ha convertido en una de las opciones más populares a la hora de renovar el suelo. Y es que permite conseguir resultados maravillosos sin necesidad de invertir una gran suma de dinero. Además, en los últimos años han salido al mercado infinidad de modelos que pueden colocarse incluso en estancias que tradicionalmente estaban vetadas debido a la humedad, como el baño o la cocina.

Características de los suelos laminados para cocinas

Los suelos laminados para cocinas están formados por varias capas, contando la inferior con u refuerzo para que las lamas no se abomben. La siguiente está hecha de fibras de resina de alta densidad y madera prensada. Sobre ella va otra capa que es la que define la apariencia del suelo. Y, por último, una película transparente que actúa como protección, ya que es resistente al desgaste, los arañazos, las manchas y los golpes.

¿Por qué poner suelo laminado en tu cocina?

En la actualidad, podemos encontrar suelos laminados con una alta resistencia a la humedad y al desgaste que no requieren de mucho mantenimiento. Con acabados que imitan muy bien a la madera natural y que ofrecen la posibilidad de disfrutar de un suelo continuo en toda la vivienda, lo que proporciona una mayor sensación de amplitud y alto valor estético. Una magnífica elección, por ejemplo, para cocinas abiertas. Podemos encontrar desde suelos que imitan al roble, al pino o al nogal a otros con acabados en madera gris o lavada, que están muy de moda.

Pero además, este tipo de suelo puede instalarse sobre el suelo ya existente, por lo que no hace falta realizar obras. A través de un sistema de clic, las lamas encajan entre sí por presión. Esto hace no sólo que la instalación sea más barata, sino también que se tarde mucho menos en realizarla.

¿Cómo elegir un suelo laminado para una cocina?

A la hora de escoger el suelo laminado para una cocina, debemos tener en cuenta varios factores, siendo la resistencia al fuego y la impermeabilidad dos de los más importantes. La resistencia al desgaste y el impacto viene indicada por las siglas AC. Puede ser AC3, AC4, AC5 y AC6. Cuanto más alto sea este número, más resistente será el suelo. Para una cocina, lo más recomendable es que tenga una resistencia de AC5 o AC6.

Otro factor a tener en cuenta es la resistencia al agua. Muchos suelos laminados aseguran que lo son, pero realmente solo lo es la capa de arriba. Con lo cual, si cae algún liquido y no se limpia en el momento, la humedad puede filtrarse por las ranuras y acabar deteriorando las lamas. Por este motivo, es recomendable colocar una alfombra vinílica en las zonas en las que suele caer más agua. De esta manera, además de proteger el suelo, le darás un toque más cálido y decorativo.

Algunas marcas venden sus suelos con un barniz hidrofugante en todas las juntas y puntos de contacto, lo cual es un punto a favor cuando se trata de la cocina. Además, hay fabricantes que aconsejan aplicar un sellador de juntas al colocar el suelo para que no se produzcan filtraciones.

En cuanto al calor, si tienes suelo radiante en tu vivienda o estás pensando en ponerlo, es muy importante que elijas un suelo laminado con una resistencia térmica baja que permita la transmisión de calor. De lo contrario, tardará más en calentarse, por lo que será menos eficiente y el gatos energético aumentará.

Para el acabado, lo mejor es escoger el mismo tipo de suelo para toda la casa para dar sensación de unidad. Pero lo cierto es que las opciones son prácticamente infinitas. Los más populares suelen ser los que imitan a la madera, pero también los hay que recrean los patrones de tablillas, espigas o dameros del parquet.

Además, es posible encontrar una gran variedad de colores y tamaños. Con respecto a esto último, encontramos incluso lamas XXL, que son ideales para estancias abiertas, como la cocina o el salón. Perfectas para potenciar la sensación de amplitud y profundidad. Sin embargo, no vale la pena instalarlo en estancias pequeñas, ya que su precio suele ser más alto y no se notará el efecto.